La reflexión de la semana-De la sinceridad y la indiferencia.

La reflexión de la semana.

En un planeta cualquiera, así como el nuestro, se encontraban dos seres. Separados éstos por la distancia no sabían de su existencia el uno del otro, pero un día se conocieron. La razón la desconozco ni me interesa.

Los seres a los que me refiero se trataban de una paloma y un mono. La paloma volaba tan alto; el mono desde abajo la miraba y así se divertían. Había lapsos en los que estaban juntos, cuando la paloma bajaba al suelo después de su vuelo y el mono de sus ramas. Podían encontrarse también en las ramas, el mundo del mono; en el suelo, el mundo de todos. Pero no podían encontrarse en el mundo de la paloma porque, por más esfuerzos que hiciera, el mono no tenía alas ni forma para surcar los aires.

A esta deficiencia el mono trataba de contrarrestarla haciendo uso de todos sus atributos y cualidades. Imaginen la reverencia que el mono hacía a la paloma, ya que el mono amaba a la paloma, y ésta también. Por lo tanto, los dos se sentían seguros de su amor, un amor elevado, un amor de otra índole. Eso es lo que creían.

La historia que les cuento no difiere mucho de todas. En todas las historias románticas tiene que haber desgracias y en la que les cuento, no es la excepción. Ese amor elevado de pronto se vio interrumpido por una peste que atentaba contra su relación. Esa peste venía de un lugar desconocido, no se explicaban de dónde y tampoco hacían por buscar culpables. Enfermos los dos, se batieron tratando de encontrar un remedio a esa enfermedad. En la búsqueda de ese remedio salieron a flote las concepciones que cada uno tenía de sí mismo y del otro. El amor de otra índole pasó a ser el amor que todos practican. Se dieron cuenta que su amor era tan bueno y tan malo como el de los “otros”.

Para lo anterior, el mono trató de hallar soluciones de diferentes maneras. Entre una de ellas, estaba la de ser sincero en todo, sin importarle el que fuera agradable o desagradable su sinceridad. Vaya error. La paloma encontraba molestias con su sinceridad “monística” llegando al punto de actuar con indiferencia hacia el mono. No sé si quería al mono porque no tengo información sobre la paloma pero, por lo que sé, supongo que sí le quería. La indiferencia mermó su relación.

El mono trató de salvar las cosas haciendo mimos, cosas chuscas. Tratando de ser como antes de la peste. Haciendo gesticulaciones chistosas, escribiendo versos, en fin, haciendo “monadas”. Pero su sinceridad había acabado con todo. Después de su último intento la indiferencia también se hacía parte de él. Indiferencia en los dos.

No sé si la relación terminó, si encontraron alguna solución. Es información que no tengo porque el mono se perdió, y él era mi fuente de información más cercana.

De la historia anterior extraigo:

a) ¿Hasta qué punto ser sincero es útil para mantener una relación en estabilidad? ¿Siendo sinceros se arreglan los problemas?

b) ¿La indiferencia es la mejor forma de echar a perder las relaciones, del tipo que sean? ¿Cómo actuar ante la indiferencia?

Y pienso que:

Cuando has echado a perder todo por tu “sinceridad” por más que trates de remediarlo haciendo lo de antes, haciendo “monadas” y más, y la respuesta que obtienes es indiferencia, no tienes porqué seguir intentando lo de antes, puesto que has echado a perder las cosas.

Como los perros, no tienes que mover el rabo para que te vean, si te quieren es justo que sea recíproco el intento de salvación: los dos tienen que mover el rabo para convencerse pues.

Saquemos a relucir el mono, la paloma o el perro que llevamos dentro. No nos dejemos llevar por la indiferencia. No se trata de quién es más fuerte o más débil, ni se trata de doblar las manos, bajar la cabeza y humillarse para que te quieran. ¿Y tú qué eres?

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